martes, 30 de noviembre de 2010

Dignisimo del escenario


Teatro, estaba en un teatro, yo iba elegante, lo cual es inusual, era de noche, y hacia frió, por lo que me sentía bien, pero la sensación de bienestar comenzó a abandonarme en tanto vi tantas personas a mi alrededor, ya que me aterran las multitudes, yo llevaba una boleta de entrada abnegada a mi mano derecha, la cual entregue luego para poder entrar al auditorio, me indico un guardia bastante corpulento que mi asiento se encontraba casi en las primeras filas, y al ver mi expresión de no entender de lo que hablaba me guió hacia el, me senté fingiendo naturalidad y esperé que algo pasara, permanecí en silencio, a diferencia de todos los demás allí presentes que contaban con esa necesidad de socializar, 

 ¡Ah, la opera! simplemente hermosa, magnífica, elegante, preciosa, y aunque no se mucho de ella, logré por mis méritos identificar un soprano o eso creo que era , y no, los violines, ¡ah, los violines!, arrullaban con su casi perfecta melodía mi expresión de estupefacción, no musité palabra alguna, hasta cuando estuve firmemente segura de que el motivo de mi éxtasis ya había finalizado y ahí, solo ahì, me propuse a aplaudir, y procedí a hacerlo, pero para mi sorpresa, fueron las únicas palmas que llegué a oír, así que voltee con cautela mi  cabeza por encima de mi hombro para ver detrás de mí, pero no vi nada, no había nadie, nadie más en ese hermoso teatro, que solo yo.

-        ¿Què? - ¿Cómo? - pero, ¿Pero cómo ha de ser?... si hace tan solo unos minutos este ambiguo teatro estaba atestado de gente- o ¿habría pasado mucho tiempo? –No, lo hubiera notado… en todo caso, volví a mi posición inicial, reclinándome sobre mi asiento y dejando escapar un suspiro y fue entonces cuando me percaté que los artistas también habían desaparecido, y con ellos, todos y cada uno de los instrumentos, la tarima estaba vacía, el escenario estaba solo.

Un horrible y larguísimo escalofrío me visitó y me recorrió de arriba abajo, estaba atónita, no entendía para nada lo que sucedía y a decir verdad, mi cerebro tampoco colaboraba, para saber qué hacer.

-        Y entonces, se rompió el silencio con algo que parecía golpear la inmensa puerta por la que entré al comienzo de la noche, más bien alguien estaba golpeando esa puerta, y vaya que se notaba que le urgía entrar, y mientras los golpes intentaban coordinar con los pálpitos desenfrenados de mi corazón, lo hacía cada vez con más fuerza, con más vehemencia, para que luego de unos tal vez treinta segundos, que para mi fueron segundos eternos, lo lograra y se abriera la puerta

-        Alto, muy alto, con un gabán que ya besaba el piso, iba todo de negro y una capota del mismo color, arqueaba perfectamente su cabeza, de manera que no me dejaba ver su rostro, tan solo podía yo vislumbrar un intento de sonrisa, intento porque las sonrisas deben traer con ellas una sensación de ventura, y esta sonrisa, me causaba un temor fuera de los parámetros de lo normal.

-        Comenzó a caminar, dirigiéndose a mí, lo hacía con ira y cada tanto, lo hacía más rápido, desacomodaba las sillas a su paso,  ya casi podía oír su respiración, lo veía muy cerca, lo sentía muy cerca,  lo cual despertó algo en mi interior que me decía que tenía que huir, y que debería hacerlo pronto, así que  obedecí, huí, o al menos eso intentaba, empecé a correr, y correr, aún sin tener idea a donde, hasta que llegué al área de los camerinos, pero él corría rápido, demasiado rápido para mi gusto personal, (culpé en mi interior al Entrenador Brandon, y sus rutinas de atletismo, de las que nunca participe, “me habrían capacitado para este momento”), entré a varias habitaciones, para luego salir e introducirme en otras, lo sentía tan cerca, casi pisándome los talones, me resbalé en varias ocasiones tal vez por mi falta de coordinación y equilibrio, tal vez por la madera de aquel piso caoba, sentí que hubo un momento donde logró halar mi brazo izquierdo hiriéndolo, y yo sabia que este sangraba, pero no me detuve , seguí corriendo hasta una habitación pequeña, en la que me introduje y cerré la puerta a mis espaldas, y a mis espaldas él golpeaba la puerta, ”parecía este su pasatiempo favorito”, mientras tanto yo jadeaba, cerraba mis ojos e imploraba un milagro.

#desperté, sudando, temblando, llorando, las cobijas en el piso y muy tarde además.

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